Tras la máscara de melancolía genuinamente portuguesa, el seleccionador de Grecia, Fernando Santos (Lisboa, 1954), encontró el momento de reírse de sí mismo. “Fumo tanto para pensar mejor la táctica contra Alemania”. Este ingeniero en electrónica y comunicaciones, profundamente católico, habló con la socarronería de quien lo ha vivido casi todo: también un ascenso de Tercera a la Primera portuguesa con el modesto Estoril. “No hemos venido aquí de vacaciones”, avisó. “Será un partido duro para los dos”, abundó el delantero Gekas, uno de los ocho futbolistas helenos que han pasado por la Bundesliga.
“Si ganamos”, suspiró el periodista griego Yotis Panayotas, “la fiesta será tan grande y habrá tantas bromas contra los alemanes, que la noche será inolvidable”. La cita se ha convertido para Grecia en la oportunidad de una alegría liberadora, después de meses de angustias económicas bajo la tutela germánica. Es la fuerza que emana de la pobreza. Ya no se trata de David contra Goliat: Grecia cuenta con la experiencia ganadora de la Eurocopa de 2004 en Portugal. Y su planteamiento será el mismo que entonces, el “arte de la supervivencia”, como lo bautizó ayer el seleccionador alemán, Joachim Löw. “La Eurocopa de Portugal es nuestra inspiración”, reconoció Santos, abierto a la siguiente cábala: si un técnico alemán, Otto Rehhagel, derribó al frente de Grecia hace ocho años a Portugal, ¿por qué no va ahora a vencer un preparador portugués a Alemania?
En contraste con los miles de alemanes, no se ven apenas aficionados helenos por las calles de Gdansk, a pesar de que Solonas, un programador informático griego chipriota de 30 años, confía en que habrá al menos 4.000 hoy en el estadio Arena. “Ganaremos 2-1”, pronostica.
Grecia siente que la UEFA no está interesada en su presencia en la fase final. De ahí la, a su juicio, injusta amonestación sufrida por Karagounis, el líder espiritual del equipo, cuando vio una tarjeta amarilla frente a Rusia por una supuesta simulación de penalti. El puesto del ausente Karagounis lo ocupará el medio defensivo Makos, del AEK de Atenas.
Difícil escapar de los estereotipos cuando uno se enfrenta a la pegajosa Grecia. Agresividad, pasión y acumulación defensiva están garantizadas. Pero hay más. “Grecia siempre está ahí. Tendrá a 10 jugadores en su área de penalti y saldrá a la contra. Debemos tener mucha paciencia. No esperen un partido abierto”, analizó Löw, consciente de disfrutar del duelo más desequilibrado aparentemente de los cuartos, pero temeroso de caer víctima de la soberbia. Los mensajes de los futbolistas y del propio Löw han ido en esa dirección: arrogancia cero ante la selección griega. En las entrevistas previas a la cita de cuartos de final, sin embargo, los jugadores hablaron más de España que de Grecia. Schweinsteiger, por ejemplo, llegó a la conclusión de que a España solo se le puede ganar a “la manera alemana: lucha, tenacidad, fuerza…”.
A pesar de la defensa cerrada de su entrenador, Schweinsteiger no está en forma: aquejado de dolores en un tobillo, se entrena menos que sus compañeros y el juego colectivo se resiente. Aun así, su liderazgo es indiscutible: “No juego solo para mí, sino para hacer felices a 82 millones de alemanes”, afirmó. En su permanente búsqueda de lo lúdico, Löw les preparó hace dos días a sus chicos un partido de rugby como parte del entrenamiento. Con risas aseguradas.
Grecia, en cambio, prefiere reservarlas por si esta noche la supervivencia vuelve a convertirse en un arte.
“Si ganamos”, suspiró el periodista griego Yotis Panayotas, “la fiesta será tan grande y habrá tantas bromas contra los alemanes, que la noche será inolvidable”. La cita se ha convertido para Grecia en la oportunidad de una alegría liberadora, después de meses de angustias económicas bajo la tutela germánica. Es la fuerza que emana de la pobreza. Ya no se trata de David contra Goliat: Grecia cuenta con la experiencia ganadora de la Eurocopa de 2004 en Portugal. Y su planteamiento será el mismo que entonces, el “arte de la supervivencia”, como lo bautizó ayer el seleccionador alemán, Joachim Löw. “La Eurocopa de Portugal es nuestra inspiración”, reconoció Santos, abierto a la siguiente cábala: si un técnico alemán, Otto Rehhagel, derribó al frente de Grecia hace ocho años a Portugal, ¿por qué no va ahora a vencer un preparador portugués a Alemania?
No se trata de David contra Goliat: Grecia cuenta con la experiencia ganadora de la Eurocopa de 2004 en Portugal
Grecia siente que la UEFA no está interesada en su presencia en la fase final. De ahí la, a su juicio, injusta amonestación sufrida por Karagounis, el líder espiritual del equipo, cuando vio una tarjeta amarilla frente a Rusia por una supuesta simulación de penalti. El puesto del ausente Karagounis lo ocupará el medio defensivo Makos, del AEK de Atenas.
Difícil escapar de los estereotipos cuando uno se enfrenta a la pegajosa Grecia. Agresividad, pasión y acumulación defensiva están garantizadas. Pero hay más. “Grecia siempre está ahí. Tendrá a 10 jugadores en su área de penalti y saldrá a la contra. Debemos tener mucha paciencia. No esperen un partido abierto”, analizó Löw, consciente de disfrutar del duelo más desequilibrado aparentemente de los cuartos, pero temeroso de caer víctima de la soberbia. Los mensajes de los futbolistas y del propio Löw han ido en esa dirección: arrogancia cero ante la selección griega. En las entrevistas previas a la cita de cuartos de final, sin embargo, los jugadores hablaron más de España que de Grecia. Schweinsteiger, por ejemplo, llegó a la conclusión de que a España solo se le puede ganar a “la manera alemana: lucha, tenacidad, fuerza…”.
A pesar de la defensa cerrada de su entrenador, Schweinsteiger no está en forma: aquejado de dolores en un tobillo, se entrena menos que sus compañeros y el juego colectivo se resiente. Aun así, su liderazgo es indiscutible: “No juego solo para mí, sino para hacer felices a 82 millones de alemanes”, afirmó. En su permanente búsqueda de lo lúdico, Löw les preparó hace dos días a sus chicos un partido de rugby como parte del entrenamiento. Con risas aseguradas.
Grecia, en cambio, prefiere reservarlas por si esta noche la supervivencia vuelve a convertirse en un arte.
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