La U salió a jugar a la Bombonera como más le convenía a Boca. Atacando y jugando hombre a hombre. ¿Cómo podía ser eso bueno para el equipo de Falcioni? De muchas maneras. La principal, aprovechando la velocidad y el desequilibrio de Pablo Mouche, el hombre por el que apostó el entrenador en esta semifinal de ida. También ganando la espalda de los defensores chilenos, teniendo en cuenta el lápiz que con el que Juan Román Riquelme puede dar una asistencia.
Entonces, lo aprovechó el equipo local. Muy rápido se dio cuenta de que por ahí podía estar la clave del partido y no tardó en ejecutar para lastimar. Mouche, su principal arma en ese juego se vistió de protagonista y Boca pasó al frente en el marcador y en el juego cuando se cumplía el cuarto de hora. El propio Mouche ganó una pelota que él mismo perdió y dibujó un centro al punto de penal que Santiago Silva no dejó pasar. El uruguayo la paró con su pierna derecha, giró y sacó un bombazo de zurda que el arquero Johnny Herrera no pudo controlar.
Ya con el control del partido para Boca, la historia se tornó diferente a la inicial. Román logró zafar del cerco que le armó Sampaoli a su alrededor y comenzó a manejar los hilos del partido. Suficiente para que Boca no pasara sobresaltos. Porque los chilenos quisieron volver a ser los del principio y aunque respetaron su estilo, el de tocar y tocar para buscar los espacios, siempre se quedaron en tres cuartos de cancha. Y cada vez que Riquelme tomaba la pelota, no había quién se la pudiera sacar.
Acertó Falcioni en poner a Mouche de arranque, pero también lo hizo a la hora de elegir al reemplazante de Clemente Rodríguez. Juan Sánchez Miño, el mismo que ya jugó en esta Copa como volante por la izquierda, comenzó a demostrar que bien puede ocupar el lateral, dándole proyección y marca al equipo.
Fue el juvenil el que consiguió sacarle el segundo grito de gol a una Bombonera repleta de gente y tapada de neblina. Cuando ya se jugaban 9 minutos del complemento, Riquelme y Silva se pusieron a tocar en la puerta del área y Román, con la visión de siempre, abrió la pelota para un Walter Erviti habilitado y solo frente al arquero. El ex Banfield remató, Herrera dio rebote y Sánchez Miño marcó el 2-0 letal para la U.
Los dos goles de diferencia fueron un golpe muy duro para los chilenos, que igualmente fueron por un descuento que no iba a llegar. Pese a respetar el estilo que los llevó a ganar la Copa Sudamericana y que los trajo hasta esta semifinal de Libertadores, no encontró otra manera de entrar al área de Boca que tirando centros. Y ahí Schiavi e Insaurralde se hicieron anchos y altos para sacar todo.
Terminó fusilado Román, con toda razón. Con su juego logró controlar un partido donde más le cuesta a Boca en esta Copa, de local. Su terreno parece ser siempre el del rival y tomando ese parámetro como cierto, será muy difícil para la U dar vuelta la serie.
El compromiso será dentro de siete días. En Santiago, Boca deberá revalidar todo lo que hizo en este primer partido, sin descuidarse, sabiendo que los chilenos se agrandan jugando en su escenario. Lo cierto es que este jueves, en La Bombonera, el equipo y la gente se anticiparon y vivieron la final antes de la semi. Así jugó Boca y así ganó. Como sabe.
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